Vilas, a salto de matas ( y en Zaragotham)

manuel vilas

“Quise hacer de Zaragoza una ciudad de cómic, un espacio posmoderno, fantasmagórico, una ciudad ajena a las tradiciones y eso me lo debe esta ciudad y me lo pienso cobrar. Solo el hecho de haberlo intentado es importante, intentar hacer un cómic underground de esta city. Es mucho hacer de Zaragoza Gotham. Pensé que al cabo de cincuenta años solo se soportaría mi visión de la ciudad, algo parecido a la distancia que separa leer a Poe de leer a un escritor de provincias. Reivindico el haberlo intentado. Ese es el camino, no persistir en el costumbrismo sino convertir a Zaragoza en Gotham, por lo menos”.

En un día tan maño como el de hoy, me apetecía recuperar algunas de las perlas surgidas de la boca de uno de los escritores que más están haciendo por cambiar las reglas del juego de la nueva literatura de nuestro país, el novelista, profesor, columnista y poeta aragonés Manuel Vilas, natural de Barbastro, por cierto, aunque con Zaragoza, a la que le dedicó un libro de cuentos titulado “Zeta” que justifica más arriba, siempre presente. Su ideario posa sus reales en esa compleja realidad en la que vivimos y que se explica de manera muy diferente a cómo se desgranaba en el siglo XIX. Aunque en este país mucha gente parece seguir viviendo en el XIX -tal vez por ello Vilas nunca ganará el Planeta – , con su inicio-nudo y desenlace. Miembro destacado de aquel controvertido movimiento que los medios decidieron llamar Generación Nocilla (supongo que todo lo que intenta ser ‘rompedor’ se encuentra tarde o temprano con la sospecha de muchos, y para muestra el comentario que copio y pego más abajo de la revista digital Jotdwon de la que hemos extraído algunas de las perlas que brillan en este post) en la que destaca sobretodo el no menos controvertido Fernández Mallo, para Vilas este desarrollo clásico ya no sirve, tal y como podemos comprobar en su novela «España'» (Mansalva) publicada en 2010 y que se presenta como una serie de capítulos que en apariencia parecen despojados de un hilo argumental aunque el escritor se empeña en decirnos que existe. Un despropósito de puta madre que os recomendamos con fruición, por cierto.

La publicación de su siguiente novela, ‘El regalo luminoso’, publicada a principios del año pasado, vino seguida de la habitual rueda de entrevistas promocionales que, cómo podéis comprobar por las respuestas de más abajo, arrojan luz sobre su visión de asuntos tan importantes como el sexo, el pop y el rock (para Vilas la cultura popular es la única viva aunque Lou Reed lleve unos meses muerto) y sobre la compleja realidad en la que nos rebozamos cada día gracias, entre otros muchos balcones, a las redes sociales: “Me gusta mucho Facebook. Yo lo uso en plan festivo y alocado. Dialogo con Dios. Él habla conmigo y yo le escucho y también le contesto. Facebook es como la vida. Ves lo que la gente cuelga y enseguida sabes cómo es esa persona. Si le va bien, mal, si tiene vanidad o es generoso, enseguida lo ves, si es pomposo o paranoico. Hay gente que usa Facebook para maltratar el mundo y eso me da por culo. A mí me gusta porque es el espejo del alma y puedo ver muchas cosas ahí”.

“Dios sigue siendo la idea más grande que ha imaginado el ser humano. Me apetecía dialogar con esa idea majestuosa y enorme. Convierto a Dios en un personaje del siglo XXI con pulsiones tarantinianas. Es un ser macarra, mal hablado, pero inteligente. Ese es el Dios que me he inventado. Lo increíble es que ha triunfado en las redes sociales, hay más gente hablando con Dios ahora mismo. He creado tendencia”.

“Está claro que hay razones para el pesimismo pero yo estoy harto de eso porque mientras me esfuerzo en ser pesimista la vida pasa y se va y ahí te quedas con tu pesimismo (…) Estoy cansado de las quejas. Lo que mola es hacer cosas. La gente lo que tiene que hacer es ponerse ya a hacer cosas y quejarse menos. Este es un país cruel, poco tolerante, hay que profundizar en la Democracia. En España no hay respeto por la cultura y eso es lo más grave de todo”.

“Un periódico que admite colaboraciones sin pagarlas no se quiere a sí mismo. Incumple la primera ley del capitalismo. Vivimos en el capitalismo. Seamos coherentes. Quieren que vivamos en el capitalismo sin estar sujetos a sus leyes fundamentales. No respetar el trabajo intelectual es algo nauseabundo”.

“Estoy al día de lo que va saliendo pero leo en función de lo que estoy buscando en cada momento. Leo para encontrar soluciones a problemas que se me plantean con lo que estoy escribiendo. Es una lectura interesada y no por placer. Soy como un albañil que mira cómo trabajan otros albañiles. Hace muchos años que no leo por placer. El placer me lo da encontrar en un libro lo que ando buscando. ”.

“La literatura es energía para vivir y también erotismo. Los grandes escritores han sido grandes folladores.”

“Durante mucho tiempo, con otros escritores, oculté mi amor por el pop hasta que me di cuenta de que Bach y las “Variaciones Goldberg” me la sudaban un montón. Se ha insultado a mi mundo cultural desde el propio mundo de la cultura. Dylan y la Velvet son tan trascendentales en mi vida como Hegel, Marx o Freud”.

“Fuera de lo convencional la gente no sabe qué hacer. España, como diría Nietzsche, es un país sin voluntad. América, en cambio, tiene una increíble voluntad de ser. Su comparación nos convierte en auténticos payasos. La política es otra cosa, la política norteamericana es lo más cutre de la Tierra, pero su cultura es lo más. Lou Reed es imposible aquí en España y con eso ya está todo dicho, ya podemos echar el telón”.

“Shakespeare no tiene humor. Su gran problema es que carece de humor, y la gran ventaja de Cervantes es que lo tiene. Shakespeare está muy bien, pero me interesa mucho más Cervantes porque se reía de todo. Shakespeare no se ríe de nada. (…) en sus grandes obras no hay momentos donde puedas descansar de la condición humana. Con Cervantes descansas todo el rato, y eso es muy bueno para la salud”.

“Jamás me he considerado un escritor experimentalista, me considero un escritor realista. Lo que pasa es que la realidad se ha vuelto loca, y entonces es normal que la naturaleza que quiera reflejarla sea un poco loca. No vivimos en un mundo racional sino en uno inverosímil, de una profunda irrealidad, donde nadie sabe lo que está pasando ni lo que va a pasar, un mundo en el que hay una crisis económica que nadie sabe en qué se basa. No sabíamos por qué éramos ricos cuando lo éramos, ni por qué somos pobres ahora. Por otro lado vivimos en un mundo de una alucinación política constante. Los políticos nos están convirtiendo en esquizofrénicos, nos mandan mensajes absolutamente contradictorios”.

“Hay gente que todavía piensa que el mundo es el siglo XIX. Piensan que la vida de las personas tiene planteamiento, nudo y desenlace. Estaría muy bien que eso fuera cierto, porque nos tranquilizaría, pero la vida de la gente es fragmentaria, caótica y discontinua. La misma vida laboral ya es discontinuidad total, así como la vida emocional y sentimental”.

“Cuando escribí «Un luminoso regalo» lo hice con un cierto escepticismo hacia la condición humana, sobre todo en la relación entre el sexo y el amor, que es un tema que preocupa mucho. Quise escribir una novela que explorase esas dos cosas. La dificultad que en estos momentos mucha gente siente a la hora de unir sexo y amor y resolver sus vidas. Y cómo la resolución de la vida de una persona sigue siendo el amor. La creación de una pareja sigue siendo el gran misterio de la felicidad”.

“Sí, en estos momentos la pulsión sexual y la codicia capitalista están encaminadas. Esto que se llama la adicción al sexo es la forma que el capitalismo ha elegido para llamar lo que en el siglo XIX se llamaba «donjuanismo» y en el franquismo tenía un nombre muy gracioso que era «mujeriego». Mujeriego. Quizá la creación de esta palabra sea lo único bueno del franquismo”.

“Evidentemente, lo que hay no es sexo explícito, pero sobre todo el mundo de Hollywood, que es un mundo ocioso en cuanto a lo sentimental, promueve la promiscuidad, que está relacionada con no trabajar. Uno que se levanta a las seis de la mañana y vuelve a las siete de la tarde no puede ser promiscuo, no tiene tiempo ni fuerzas. Con el trabajo se cauterizaron las pulsiones sexuales y se ordenó el mundo sexual del individuo. Desde un punto de vista antropológico el erotismo es el gran instinto de la vida, pero está frenado por la civilización a través del trabajo, el matrimonio y otras instituciones que cauterizan el sexo y esa pulsión”.

“En España ya hay un adolescente nuevo, que no sabe quién es Franco. Obviamente hay que contárselo, pero ese desconocimiento tiene algo atractivo, son una especie de adanes intelectuales históricos. Y eso a un escritor le fascina. Tener delante a un alumno que no sabe quién es Francisco Franco o que le preguntas cuándo empezó la Guerra Civil española y te pregunta qué guerra es esa… tienes que explicarla, pero ese adanismo me parece hermoso en alguna medida”.

“Un Estado que no es capaz de distinguir que no es lo mismo comprarse un coche que un libro es un Estado antidemocrático y que no quiere que sus ciudadanos sean mejores”.